WICHAY de Yanira Yasmin Arenazas Bueno (2005)
..................................................... Esta es una pequeña creación literaria de una de mis alumnas, que lo realizó el año 2005. Ella se llama Yanira Arenazas y estudia actualmente en el segundo año de educación secundaria en la Institución Educativa Mariano Melgar del distrito de Breña, Lima - Perú. Ella es una pequeña escritora que hay que alentarla.Este trabajo lo realizó después de haber leido algunas obras literarias famosas y entre varios personajes famosos se encuentra ella. Esperamos sus comentarios. ..................................................................
Dedicatoria Lo dedico a todos, pero especialmente a mis padres.
I
En un pueblo llamado Wichay alejado de todo el bullicio, vivo yo, Yanira, hija de un gran hombre trabajador y de una linda mujer. En este último año se mudaron un caballero llamado Don Quijote y su gran amigo Sancho Panza, que viven al lado derecho de mi casa. Después de unos meses se mudó una linda chica llamada Cusi-Coyllur que es muy buena y trabajadora, ella sale siemprea vender sus lindos adornos que ella misma lo hace. Para mi Cusi-Coyllur es como mi hermana mayor; apenas termino mis tareas me voy a su casa a ayudarla a hacer sus adornos para que ella salga a vender más tarde. Ella vive con su esposo Ollantay que es buena gente como ella. Al frente de mi casa se mudó recién hace algunas semanas un chico llamado Aquiles que vive con una hermosa joven llamada Luna; ella siempre parece estar alerta y un poquito asustada, pero se tranquiliza cuando llega Aquiles. Héctor es su amigo, y Aquiles dejó que se hospede en un cuarto vacío que sobraba. Mas allá se encuentra el colegio donde estudiamos mi amigo Leo y yo, y varios niños más. Al costado del colegio se encuentra una pequeña pero humilde iglesia donde asiste todo el pueblo los domingos en las mañanas. II Un día como cualquiera, cuando Leo y yo estábamos ayudando a Cusi-Coyllur con sus adornos, yo vi desde la ventana que dos señores extraños estaban mirando el pueblo como si lo inspeccionaran. Rápido le avisé a Leo y fuimos a ver lo que hacían. Leo me dijo: - ¡Mira!, tienen dos caballos. - Escucha lo que hablan. Nosotros nos escondimos en el techo de la casa de Leo, escuchábamos lo que hablaban. Al terminar y cuando ya se habían ido, yo dije: - Vamos a avisarle a Aquiles para que le avise al pueblo. - ¡Sí, vamos rápido!, dijo Leo. Corrimos a casa de Aquiles y entonces gritamos: - ¡¡Aquiles!!, ¡Espera no te vayas! Aquiles voltea y dice: -¿Qué quieren niños? - Vimos a dos señores extraños entrar al pueblo, Leo y yo fuimos a ver quienes eran y escuchamos parte de su conversación. Aquiles preocupado nos llevó enseguida a su casa y dijo: - Ellos no los vieron, ¿no, Yanira? - No, le dije. - ¿Porqué?, preguntó Leo. - Y, ¿porqué tienes esa cara?, ¿son tan peligrosos?, dije. - No,.. bueno si... es que, miren, les voy a contar una historia de donde venimos Luna, Héctor y yo. - Cuéntanos. - Bueno, ¿ustedes ven estas armaduras? - Si, son muy bonitas. - Estas son mías y de Héctor, nosotros fuimos guerreros de una ciudad, Luna y yo estábamos enamorados, pero su familia se oponía, y Héctor es mi mejor amigo y decidimos llevarnos a Luna a como de lugar. - Y...¿qué pasó?, dijo Leo. - Entonces, dicho y hecho, lo hicimos y nos escapamos y nos fuimos muy lejos, a varias partes, y finalmente aquí, pensamos que nos habían olvidado. - Ahora entiendo porque Luna siempre estaba alerta, dijo Leo. - Ella no lo había olvidado, ¿no?, dije. - No, creo que ella siempre pensaba en eso, y últimamente había soñado con guerras y no sabíamos porque, dijo Aquiles. - ¿Y de que hablaban los extraños? - Que iban a venir a las 12 de la noche a atacar. - Si, y que nos iban a matar o algo así. - Y que iban a buscar a tres jovenes y que los iba a llevar a un lugar llamado Tro..., Tro... - ¡Troya!..., dijo Aquiles. - Si, a ese lugar, dije yo. - Ayúdenme, dijo Aquiles. - ¿A qué? - A ponerme mi armadura.
III Mientras Aquiles afilaba su espada, Leo limpiaba su armadura y yo le sacaba brillo a su escudo. Cuando Aquiles se puso su armadura parecía un guerrero con mucha experiencia. - ¿Tú sabes pelear?, dijo Leo. - Por supuesto Leo, yo soy, o mejor dicho, era, y volveré a ser uno de los mejores guerreros. Aquiles sacó el caballo de su establo, le puso todas sus herraduras y cuando lo hizo, el caballo pareció ponerse feliz, porque creo que sabía, que volvería a pelear.
IV Los tres salimos de su casa y los campesinos, trabajadores que venden en las esquinas unos lindos adornos, mis papas, Ollantay, Cusi-Coyllur, quedaron sorprendidos. Y entonces, entonces, Don Quijote salió de su casa y dijo sorprendido: - ¡No me digas que tu tambien leiste muchos libros! Todos se rieron; y Aquiles dijo: - No mi querido Don Quijote, sino que dejándose de bromas, Leo y Yanira escucharon hablar a dos hombres extraños sobre un ataque a las 12 de la noche, y nosotros tenemos que estar preparados. Entonces, Don Quijote dijo: - ¡Ya escucharon!, ¡yo te apoyo Aquiles!... ¡Sancho!, saca mi traje y a Rocinante y tú saca a tu asno, que vamos a luchar y a combatir como en los viejos tiempos. De todos salieron carcajadas. Y Aquiles dijo: - ¡Don Quijote tiene razón!, vamos todos vayan a hacer lo mismo, yo los espero aquí, a las seis de la tarde, a los hombres. Mientras los demás evacúen atras de las montañas.
V Antes de irse, Cusi-Coyllur dijo a Ollantay: - Mi amor, otra vez nos vuelven a separar, cuidate por favor, yo siempre te esperaré. - Así lo hare, dijo Ollantay. Se dieron un beso y él partió a prepararse. Yo lloré mucho al despedirme de mi papá, y mi mamá también. - Papá, cuidate por favor, le dije llorando y abrazándolo. - Si Yanira, me cuidaré. (Dirigiéndose a mi mamá). Cuida bien a nuestra hija, y tu también, y si me llegara a pasar algo, no lloren, piensen que estaré siempre con ustedes, cuidándolas, dijo mi papá triste. Le dimos un beso y un fuerte abrazo y partió. Leo no tenía papá, solo mamá, pero él, quería mucho a Sancho y se despidió de él así: - Chau, gran amigo, cuidate, y a Don Quijote también. - Así lo haré, gracias, dijo Sancho.
VI Llegado las seis de la tarde, ya esaba listo esperando a los demás. Cuando todos estuvieron reunidos, listos para partir y esperar a los oponentes, Aquiles dijo: - Luna, cuidate y si algo me pasara, quédate con Héctor. - Héctor, cuídala por favor. Luna lo besó y fue con Héctor, porque Héctor y un grupo se quedaron cuidando el escondite por si llegaran allí.
VII Después de un buen rato, Ollantay avisó a todos que ya venían, todos se escondieron. Entonces, cuando ya estaban cerca salieron todos contra los oponentes, y Aquiles luchó con el hermano de Luna.
VIII Todo estaba bien hasta cuando Sancho se descuidó un poco y un guerrero le clavó la espada en un brazo y Sancho gritó fuerte. Cuando lo hizo, Leo escuchó, se desesperó y quizo ir a ayudarlo, pero su madre no lo dejó y luego de un rato yo escuché asustada el grito de mi papá. Entonces, Leo y yo nos miramos asustados y nos escapamos corriendo, no haciendo caso a nuestras madres. Cusndo llegamos al lugar vimos que Sancho sangraba de un brazo y que Quijote y Aquiles estaban defendiendo a Sancho y a mi papá que tenía un corte en la pierna.
IX Leo y yo fuimos a sacarlos de ahí, los sacamos llorando e íbamos de camino al escondite. Yo me quise quedar y Leo también. Dejamos a Sancho y a mi padre cerca y nos fuimos de nuevo. Al llegar fuimos a la parte alta y desde allí empezamos a tirar piedras. Cuando los oponentes se dieron cuenta de que nosotros también estábamos atacando, nos empezaron a atacar con flechas. Entonces fuimos detras de una piedra grande y seguimos tirando. XI Ya después de unas horas, nos dimos cuenta que habíamos ganado. Leo y yo corrimos a avisar. Cuando llegamos dijimos: - ¡Ganamos!... ¡ganamos! Todos se alegraron, rieron y celebraron, entonces, mi mamá y mi papá me abrazaron y me dijeron: - ¡Nunca nos vuelvas a hacer esto, los dos estábamos preocupados! - Si papá y mamá, nunca lo haré más, sólo que esta vez quería ayudarlos. - ¡Leo, hijo mío!, gritó su mamá. - Estaba preocupada, no lo vuelvas a hacer. - Si mamá, dijo Leo.
XII Cuando llegaron todos, Aquiles dijo: - Pido un aplauso para estos dos valerosos niños que con valentía lucharon, porque sin ellos no lo hubiéramos logrado. Todos aplaudieron y nos felicitaron, y dijeron: «Estamos orgullosos de tener dos niños tan valientes en este pobre pero humilde pueblo»
FIN |